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Lecciones aprendidas de la GCA y la participación de las mujeres en Berriozabal

Valentina Estrada | Junio 2021


Entre mayo del 2019 y mayo del 2020 el Ayuntamiento de Berriozábal, Chiapas recibió el apoyo del programa federal “Jóvenes construyendo el futuro” para incorporar como “brigadistas del agua” a 150 mujeres jóvenes de 37 comunidades con el propósito de fortalecer acciones de cuidado del agua y limpieza de espacios comunitarios.


En las comunidades de Berriozábal, a pesar de la cercanía con Tuxtla Gutiérrez, predominan todavía estructuras familiares tradicionalistas que sujetan de múltiples maneras la vida de las mujeres, casi siempre asociadas a aspectos relacionados con desconfianza y prejuicios sobre el posible comportamiento inadecuado de las mujeres cuando no son vigiladas, conductas que desde la perspectiva tradicional, pueden ir en detrimento de su reputación, cuestión indeseable para los padres de familia, que son muy sensibles al escrutinio y juicios morales de la comunidad y que justifican así la sujeción y control de sus hijas y esposas.



Debido a que este proyecto realizó casi todas las actividades dentro de las mismas comunidades y además retribuyó económicamente a las brigadistas del agua, en lo general los representantes comunitarios, los padres de familia y esposos aceptaron las acciones y las apoyaron, excepto cuando se realizaron reuniones sin avisarles con anticipación, lo cual sucedió ocasionalmente.


En paralelo a este proyecto se creó el organismo municipal de servicios comunitarios de agua y saneamiento (OMSCAS) en alianza estratégica entre el Ayuntamiento y Cántaro Azul. Uno de los resultados positivos de mediano plazo fue la inclusión de dos brigadistas del agua en su junta de gobierno en diciembre de 2020, dos de sus ocho integrantes. Aunque parece, y es, insuficiente, este resultado representa un gran logro ya que estas dos mujeres son ahora gestoras activas del agua dentro de las estructuras comunitarias, una de ellas es presidenta del comité de sus sistemas pluviales familiares y la otra participa como vicepresidenta en el comité de gestión, ya que su comunidad todavía no tiene sistema de agua entubada.


Al evaluar los resultados del proyecto de Cántaro Azul con la Fundación AVINA en los meses de marzo a mayo 2021, el indicador de promoción de la equidad de género parecía arrojar información no alentadora o satisfactoria, pues solo 2 de las 150 mujeres brigadistas fueron elegidas por sus comunidades para participar en la gestión comunitaria del agua desde las estructuras comunitarias, sin embargo, considerando que la equidad de género avanza muy lentamente en el medio rural y existe una diferencia fundamental de enfoque asociada a la construcción de la equidad, pues mientras que desde lo urbano, el centro es la mujer en lo individual, en lo rural la mayoría de ellas no se ven a sí mismas aisladas de su familia, sobre todo de sus hijos, la construcción de la equidad por lo tanto se torna más compleja y lenta ya que debe pasar por transformar las estructuras familiares y comunitarias. Este indicador nos muestra también que la brecha de género todavía es muy grande, y que se requiere una profunda transformación de estas estructuras que históricamente excluyen a las mujeres de los espacios públicos.



Ante esto conviene que las organizaciones de sociedad civil profundicemos la reflexión en relación a la pertinencia y sostenibilidad de nuestras estrategias de promoción de la equidad de género para no generar efectos indeseables a largo plazo que la obstaculicen y frenen en lugar de aceptarla como cambio necesario y positivo para las comunidades hacia la convivencia pacífica y la co construcción entre hombres y mujeres de bienestar colectivo asociado al ejercicio del derecho humano al agua que es nuestra misión principal en el programa de gestión comunitaria del agua y saneamiento de Cántaro Azul.

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