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Paulina Musalem

De la que nos salvamos, cada que nos lavamos las manos


El diseño e implementación de lavamanos públicos surgió como una respuesta de Cántaro Azul para atender la emergencia del COVID-19, recién entrando a la Fase II de la pandemia a nivel nacional.


Chiapas, y en particular los Altos, permanecen sin presentar aún grandes cantidades de contagios. Pero esto no es un motivo para relajarse, sino para tomar medidas preventivas. Es así que la colocación de cada unidad de lavado de manos implicó trabajar contra reloj. Al mismo tiempo que se diseñaba la unidad, se enviaban piezas a fabricación, se cotizaban y compraban materiales, se realizaban salidas a instalar, se diseñaba la imagen gráfica, se realizaba la coordinación con los solicitantes, se diseñaba una estrategia de monitoreo, se hacían pruebas y se modificaba el diseño, y nuevamente más compras, más unidades a fabricación, más salidas a instalar, más colaboradores involucrados logrando que cada unidad estuviera habilitada para su uso inmediato. Y con todas estas actividades sucediendo día con día, se habilitaron 18 unidades en tres semanas, entre los municipios de Berriozábal, Tuxtla Gutiérrez y San Cristóbal de Las Casas.


Al momento de instalar, algunos usuarios cuestionaron la utilidad de estos lavamanos como medida efectiva ante COVID-19, pero con el uso diario, su función ha sido clara. Usaré como ejemplo una situación cotidiana: cada que salimos a la calle a comprar nuestros alimentos al mercado, tocamos nuestras llaves, nuestra cartera, el dinero que entregamos y el cambio que nos entregan, tocamos las verduras y frutas para probar su grado de madurez, tocamos nuestras bolsas; de pronto se nos antojan unas papas fritas con limoncito y Valentina y en la primera papita, todo lo que tocamos durante el día, nos lo llevamos a la boca… pero lo pudimos haber evitado si nos hubiéramos tropezado con un lavamanos en nuestro camino.

Los lavamanos están actualmente en uso y se sigue un proceso de monitoreo, pero el trabajo no se detiene, se están realizando modificaciones al diseño, se están buscando procesos de fabricación e instalación más eficientes, se diseñan estrategias de monitoreo, evaluación, operación y mantenimiento que permitan tener un registro del funcionamiento, se realizan alianzas con socios, a fin de lograr una distribución a mayor escala, a nivel nacional y asegurar su uso no sólo en tiempos de COVID-19, sino como medida permanente de higiene pública y gratuita.



Mi experiencia personal, al participar por primera vez en todo el proceso de habilitación de los lavamanos, significó intercambiar experiencias y habilidades con un equipo de trabajo preparado para responder de forma inmediata a la emergencia y comprendí que sin la colaboración comprometida de un equipo interdisciplinario, esto no se hubiera logrado de forma tan eficiente.


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