¡Hola! Mi nombre es Michelle y soy una salubrista feminista. Llegué a este posicionamiento porque mis experiencias y los resultados de mis investigaciones siempre me hacían toparme con los factores estructurales. El género es uno de éstos y, entre otras cosas, se refiere a los roles, responsabilidades, atributos y derechos culturalmente asociados a mujeres u hombres en un momento histórico-político.
Las desigualdades de género se exhiben cuando el acceso a los recursos, la garantía de derechos y la valoración del trabajo, remunerado o no, difiere entre hombres y mujeres. [1] Y dependiendo de las clases, los géneros y las etnias se expresan distintos perfiles de salud y enfermedad. [2] Dado lo anterior, si soy mujer, existe una enorme probabilidad de que tenga menos ingresos para cuidar mi salud, menor acceso a servicios de salud de calidad y mayor riesgo de sufrir violencia en éstos; así como de tener perfiles de: inseguridad alimentaria [3], sobrepeso, obesidad [4] o sedentarismo. [5] Y que esto NO SEA CASUALIDAD O MI CULPA; sino un resultado de la violencia estructural.
¿Y saben que más? A pesar de que, mayoritariamente, las mujeres somos las que lactamos, las que cocinamos, las que producimos los alimentos, las que cuidamos (los animales, las semillas, la naturaleza, las infancias, las/los adultos mayores y las/los enfermos), las que acarreamos el agua y la desinfectamos, las que nos exponemos a sustancias nocivas derivadas de lo anterior (fertilizantes o el humo de la leña), ¡NUESTRO TRABAJO NO ES RECONOCIDO! Y ¡NO ES REMUNERADO!
¿Cómo se traslada esto a la salud pública? Que los programas y las políticas de salud se diseñen y evalúen sin perspectiva de género; que asumamos a las mujeres como sostén de las acciones de dichos programas (porque al fin y al cabo «ya lo hacen»); que todos los programas enfocados a mujeres sean en su condición de madres, alimentadoras o cuidadoras, pero no para ellas mismas y sus necesidades; y en que generemos ciencia con sesgos sexistas. Entonces, ¿quién nos nutre a nosotras? ¿Quién cuida de nosotras cuando estamos enfermas o cansadas? ¿Qué pasa si no quiero ser madre? ¿Quién se da cuenta si los medicamentos o tratamientos tienen alteraciones específicas en mujeres?
Yo no represento a todas las mujeres, pero YO necesito expresar mis necesidades, ser escuchada sin que me digan exagerada o histérica todo el tiempo, poder «acceder» a la salud sin que represente un esfuerzo extra del que ya hago todos los días por romper las cadenas que me atan, tener la libertad de exigir el cumplimiento de mis derechos humanos sin poner en riesgo mi vida o la de mi familia y luchar libremente por una promoción de la salud emancipadora que priorice las necesidades de las mujeres desde nuestras diferencias.
Yo soy Michelle y esta es mi lucha social. El acceso a los servicios inadecuados de agua, saneamiento e higiene tienen consecuencias importantes para asegurar la salud de las personas y tienden a afectar de forma más grave a las mujeres (por ser las encargadas de los trabajos domésticos y de cuidados)(6). Ser parte de Cántaro Azul, contribuye a mi lucha debido a que es necesario abordar el tema del agua con perspectiva de género. Además, de que aquí puedo colaborar con otras mujeres maravillosas y poderosas que admiro; evidenciar la relación entre las estructuras y los perfiles de salud o enfermedad; apostarle a otras conclusiones que vayan mas allá de los comportamientos individuales y sobretodo SER YO MISMA.
Y grito ¡ALERTAAAAAAA! Y les invito a que seamos MENOS TIBIAS, TIBIOS, al denunciar las desigualdades que suceden todos los días en nuestros entornos. A INCOMODAR a nuestros compas con conductas misóginas y patriarcales. A REPENSAR todas eso que hemos asumido como normal porque así ha sido siempre y a ¡AVANZAR! como el fuego y QUEMARLO TODO.
¡HASTA QUE LA DIGNIDAD SE NOS HAGA COSTUMBRE COMPAÑERAS!
Notas
1. Pérez Gil-Romo SE, Díez-Urdinavia Coria S. «Estudios sobre alimentación y nutrición en México: una mirada a través del género». Salud Pública Mex. 2007. 49:445–453.
2. Concha Sánchez SC. Determinación social de la atención odontológica de las mujeres embarazadas de tres localidades de Bogotá. Bogotá, 2015.
3. Consejo Nacional de Evaluación. Pobreza y género en México: Hacia un sistema de indicadores. Información 2008-2018. México, 2020.
4. FAO. The state of security and nutrition in the world. Transforming food systems for affordable healthy diets. Roma, 2020.
5. Instituto Nacional de las Mujeres e Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Mujeres y hombres en México 2019. México, 2019.
6. Organización Panamericana de la Salud. La economía invisible y las desigualdades de género. La importancia de medir y valorar el trabajo no remunerado. Washington D.C, 2008.
Comments